Cultura
Ya cumplio 60 años la calle Subterránea, una de las principales arterias del centro de Guanajuato capital y construida abajo de los cerros
se cumplieron 60 años de que se inauguró la calle Miguel Hidalgo, mejor conocida y nombrada por todos los habitantes de la capital como La Subterránea, porque fue construida abajo de los cerros y concluida en 1964.
Eduardo Vidaurri Aréchiga, cronista de la ciudad, relató a AM la historia de esta magna obra de ingeniería para su época, que le cambió la fisonomía a la ciudad.
Recordó que la Revolución Mexicana provocó que los grandes capitales extranjeros asentados en la ciudad de Guanajuato se fueran con sus minas, de tal manera que en 1921 y 1922, era una “ciudad fantasma”.
En 1938 se creó el Comité Proturismo, formado por los vecinos principales, para darle la oportunidad de rehacer económicamente al municipio.
Para 1940, ya teníamos un número importante de automóviles y un tranvía de mulas. Pero había un problema en el centro: la calle Campanero, en su transcurso por la calle Sangre de Cristo hacia Embajadoras, era de dos sentidos, a pesar de ser angosta y tener espacio solo para un vehículo.
“Entonces a alguien se le ocurrió embovedar el Río Guanajuato (que pasa por todo el centro de la ciudad, por el centro de la cañada) sobre la calle Belauzarán, desde lo que hoy es el Teatro Cervantes hasta el Túnel Galereña”.
Ese tramo es lo que hoy está atrás del estacionamiento Primer Ligero, del Isseg, y la escuela Juan B. Diosdado, que está junto. Es decir, por detrás de Sangre de Cristo.
Agregó que esto ocurrió al mismo tiempo de que durante el sexenio del gobernador Juan José Torres Landa, que transcurrió de 1961 a 1967, diseñó el Plan Guanajuato para impulsar el desarrollo de algunas ciudades del estado.
“En abril de 1963, Torres Landa invitó al ingeniero Tito Bargagli, Director del Plan Guanajuato, para que se encargara de la urbanización del Río Guanajuato. El Gobernador dice: hay que arreglar esto, es el drenaje de la ciudad, la verdad es que es muy espectacular, tendríamos que arreglarlo para aprovecharlo, pero hay que urbanizarlo, que sería embovedar el río, aprovechar las arquerías, todo ese tipo de cosas.
“Y él (Bargagli) contacta a otro ingeniero, Alfredo Trujillo, residente de obras en Guanajuato capital, para que juntos impulsen este proyecto de urbanización. Ese Plan Guanajuato lo que propone es el desazolve del río, el entubamiento y la conversión del río en calle.
“Tito Bargagli y Trujillo se meten en mayo al río a ver cómo está. Evidentemente no pueden caminar en algunas partes, tienen que arrastrarse porque el azolve está prácticamente pegado a la bóveda, pero se sorprenden con los arcos que empiezan a descubrir, con todo lo que pueden ver”, recuerda Eduardo Vidaurri.
Recorrieron desde lo que hoy es la Plaza Allende hasta Los Pastitos y empiezan a trazar un plan para realizar la obra encargada. Contrataron a dos constructoras: la Constructora Estrella y la Constructora Esparza.
Inicia una gran obra de ingeniería
Llegó septiembre de 1963, que se está celebrando el informe de Torres Landa y anuncia ahí que efectivamente van a comenzar los trabajos para urbanizar el Río Guanajuato. Y ahí empiezan las obras.
Lo primero que definieron los ingenieros a cargo fue las dimensiones de la calle: profundidad, es decir, cuánto se tiene que excavar para colocar el gran tubo que va a contener el río durante todo el trayecto y sobre eso poner el pavimento.
El peralte o la inclinación para que pueda soportar el tránsito de automóviles y la presencia de repente de grandes avenidas de agua. No había estudios previos de las cantidades de agua que circulaban por ahí. Entonces era necesario pensar en que la calle aguantara las grandes avenidas de agua que iban a seguir llegando durante las lluvias, porque al ser el cauce del río en la parte más baja de la ciudad, el agua iba a seguir llegando ahí.
Luego, definir las entradas y salidas y el gálibo, es decir, la altura de la herradura del techo del embovedado para que pudieran circular camiones también sin pegar ni atorarse.
Y lo definen, por eso podemos observar que absolutamente todos los espacios, cuando caminas, todo el espacio, la distancia y la altura es homogénea”.
El cronista de la ciudad señaló que abajo de donde ahora está Aurrerá, había un puente que estaba a desnivel, así que se tuvo que enterrar para que no existiera una pendiente, que sería peligrosa a la hora de la circulación de los vehículos.
Precisó que la zona que está formalmente como Subterránea, el total de la calle son por poco más de 4 kilómetros, pero lo que sí está cubierto son solo dos kilómetros, porque hay tramos que no están cubiertos.
Se construyeron ocho accesos
Detalló que en cuanto a los accesos de la calle Subterránea hacia la superficie, primero se definió el ubicado frente a la Plaza Allende. El segundo, junto a lo que fue el Bar El Incendio. El tercero, junto al Templo de San Diego.
El cuarto, abajo de la Plazuela de Los Ángeles. El quinto, el ubicado sobre Avenida Juárez y Jardín Reforma. El sexto, la rampa que baja a un costado del Mercado Hidalgo. El séptimo, el del puente abajo de la Cruz Roja. Y cuando se instaló la Comercial Mexicana ahí junto, se construyó el otro acceso, para que haya dos sentidos de circulación.
Adolfo López Mateos se metió a las excavaciones
“Adolfo López Mateos, entonces Presidente de la República, vino antes de que empezara la obra, durante la primera época de las excavaciones, cuando estaban drenando, pero su Estado Mayor no lo dejaba, porque era peligroso, le dijeron: ¿cómo se va a meter al drenaje el Presidente? pero él se escapaba con Torres Landa y se metía con el ingeniero Tiburcio Álvarez, que entonces era Presidente Municipal, exploraban y se emocionaba y el ingeniero que encabezaba la obra y aparecían por otro lado”, contó Vidaurri Aréchiga como hechos reales y no leyenda.
Crean Los Pastitos
Y el octavo es el de la Plaza Hidalgo, mejor conocida como Plaza de las Ranas, que es el acceso principal, porque al ser la entrada al centro de la ciudad, se diseñó y creó un conjunto arquitectónico donde se señalara que se trataba de la entrada principal de la ciudad.
Ahí se construyó la barda de piedra que todavía existe, donde se colocan las banderas de los países durante el Festival Internacional Cervantino, es una flecha que indica que ya llegaste a la ciudad.
Hay una fuente y un pequeño parque arbolado, que todos conocemos como Los Pastitos, porque en sus inicios estaba cubierto de pasto.
La entrada a la ciudad era un basurero, así que tiraron casas, talleres, gasolineras y diseñaron un área jardinada, que le decimos nosotros Los Pastitos”. Todo lo terminaron en un año.
“Le pidieron al maestro Enrique Ruelas que le echara un vistazo a cómo estaba quedando la obra y él diseñó todo el primer sistema de iluminación en toda la calle”.
Agregó que cuando estaban por terminar la obra, alguien lanzó la voz de decir: ‘bueno, la calle está quedando impresionante, va a transformar todo, pero la ciudad es un desorden, cada tienda tiene los letreros como se le antoja. Cada quien se anunciaba como quería’.
“Y el arquitecto (Luis) Ortiz Macedo, quien era el director de la Facultad de Arquitectura, diseñó el proyecto para que los anuncios tuvieran cierta uniformidad y no afearan tanto el paisaje. Y todos participaron”. El diseño fue que la palabra inicia con una letra capitular roja y las demás negras. No anuncios luminosos.
Finalmente, para elegir el nombre que llevaría la nueva calle, Eduardo Vidaurri cuenta que algún tiempo la actual calle Cantarranas se llamó Miguel Hidalgo, así que los vecinos de Cantarranas se movilizaron para apoyar el nombre de Miguel Hidalgo para la recién construida y que les devolvieran a ellos su nombre antiguo, lo cual lograron.
El presidente de la República Adolfo López Mateos, junto con el gobernador Juan José Torres Landa, inauguraron la calle Miguel Hidalgo, La Subterránea, que hasta el día de hoy es una de las principales arterias del centro de la